En este momento estás viendo Domingo 17 de septiembre de 2023

Domingo 17 de septiembre de 2023

  • Categoría de la entrada:Igandetik igandero

Si cada cual no perdona de corazón a su hermano, tampoco el Padre os perdonará

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,21-35

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:

– Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?
Jesús le contesta:
– No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
– Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.
El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
– Págame lo que me debes.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
– Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
– ¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.

Salmoa 102, 1-2. 3-4. 8-9. 10-11

R/. Bihozbera eta errukiorra da Jauna.

Bedeinkatu begi nire arimak Jauna,
nire barru osoak haren izen santua.
Bedeinkatu begi nire arimak Jauna,
ez begiz ahaztu haren mesedeak. R/.

Erru guztiak deutsuz parkatzen,
gaitz guztiak osatzen;
zure bizia hilobitik askatzen dau,
maitasunez eta errukiz koroatzen zaitu. R/.

Bihozbera eta errukiorra da Jauna,
haserregaitza eta ondoguraz betea.
Ez dau eten barik auzitan jarduten,
ez dau betiko gordeten haserrea. R/.

Ez gaitu erabilten gure pekatuek merezi daben lez,
ez deusku ordaintzen geure erruen arabera.
Zelan zerua lurraren gainean garai,
halan haren maitasuna begirunea deutstsoenentzat handi. R/.

Zelan zerua lurraren gainean garai,
halan haren maitasuna begirunea deutsoenentzat handi;
zelan sortaldea sartaldetik urrun,
halan ditu Harek gure hobenak gugandik urruntzen. R/.

Reflexión

¿Cuánto tengo que perdonar?

Preguntan a Jesús cuántas veces hay que perdonar si un hermano me ofende. Y Jesús dice que setenta veces siempre, o sea, siempre y sin medida, son otras consideraciones, sin dejar espacio al rencor o al resentimiento. Cuando hay que perdonar a un hermano es que se ha roto o resentido la fraternidad, y esto siempre es en doble dirección: todos nos ofendemos y todos nos debemos perdonar. No sirve el esquema «tú me ofendes-yo te perdono», sirve que entre todos nos perdonamos y rehacemos la hermandad perdida.

Empiezo por mí mismo Perdonar de corazón, dice Dios, no sirve de cualquier manera. Para vivir en esta actitud hace falta sentirse uno mismo necesitado de perdón. Casi siempre creemos que no necesitamos ser perdonados, que las relaciones con los demás se basan ya en el respeto, la igualdad, buscar su bien…, y no es así. Solo con pensarlo ya nos estamos creyendo superiores, mejores que los demás. Lo primero es pues sentir que necesitamos perdón porque somos limitados, fallamos en cualquier cosa, y hasta un simple gesto puede herir a los demás.

Nada de sentirnos incapaces de pedir perdón, de no reconocer nuestras faltas. Resulta que Dios, antes de darnos cuenta, ya nos ha perdonado. Nos llama una y otra vez a rehacer la vida y las relaciones personales, sociales, comunitarias. Y como nos ha perdonado nos llama a hacer entre nosotros lo mismo, a perdonar y dar frutos de fraternidad en todos los ámbitos de la vida.

Como hijos nos sentimos queridos de Dios Padre, y entre nosotros hermanos. Rezamos al Padre «nuestro» de todos, y le decimos que nos perdone como nosotros lo hacemos. ¿Estamos seguros? Porque el nuestro suele ser raquítico, o perdono «pero no olvido» en plan chantaje. Mal andaríamos con esta proporción… Menos mal que Dios nos perdona, aunque nosotros no lo hagamos, y lo hace sin medida.

Noiz parkatu behar dot?

Norbaitek iraindu ezkero, zenbat bider parkatu behar dan galdetzen deutse Jesusi. Hirurogeta hamar bider zazpi erantzuten dau Jesusek, hau da, beti, neurri barik, inongo baldintza barik, gorroto edo erresumin barik. Senidetasuna apurtzen danean, parkatzea dagokigu eta mobimentua alde bikoa da: danok sentitzen dogu iraina eta danok parkatu behar dogu… Zuk iraindu eta nik parkatu eskemak ez dau balio, danok alkar parkatzea eta urratutako senidetasuna berreskuratzea da baliokoa.

Neure buruarengandik hasita, bihotzez barkatu behar dot, ez edozelan. Jarrera hau bizi ahal izateko, norberak be parkamena ezinbesteko dauala sentitu behar dau. Gehienetan, ez dogula parkamenik behar uste dogu, gure hartu-emonak errespetu, bardintasun eta hurkoaren ongizatean oinarrituta dagozala…, eta beti ez da holan… Hori pentsatu ezkero, nork bere burua besteen gainetik ikusten dau. Lehenengo eta behin, parkamena ezinbesteko dogula sentitu behar dogu, izaki mugatu gara-eta, huts egiten dogu eta edozein keinugaz iraintzen dogu bestea.

Ez dogu pentsatu behar ez garala parkamena eskatzeko edo gure hutsegiteak autortzeko gauza. Izan be, Jainkoak, gu konturatu baino lehen, parkatu gaitu. Behin eta barriro deitzen gaitu bizitza eta hartu-emonak (lagunartean, gizartean, alkartean) berregitera. Eta gure pekatuak parkatu dituanez, dei egiten deusku geuk be bardin jokatu daigun, parkatuz eta bizitzako eremu guztietan senidetasuna zabalduz.

En bizkeliza.org

Otoitza

Perdón sin condiciones

Tú nos regalas el perdón.
No nos pides negociarlo contigo
a base de castigos y contratos.
«Tu pecado está perdonado.
No peques más.
Vete y vive sin temor.
Y no cargues el cadáver de ayer
sobre tu espalda libre».

No nos pides sanear la deuda impagable
de habernos vuelto contra ti.
Nos ofreces una vida nueva
sin tener que trabajar
abrumados por la angustia,
pagando intereses
de una cuenta infinita.

Nos perdonas con todo el corazón.
No eres un Dios
de tantos por ciento en el amor.
«A éste setenta y cinco,
y al otro sólo veintitrés».
Hagamos lo que hagamos,
somos hijos cien por cien.

Tu perdón es para todos.
No sólo cargas sobre el hombro
a la oveja perdida,
sino también al lobo
manchado con la sangre del cordero.
Perdonas siempre.

Setenta veces siete
saltas al camino
para acoger nuestro regreso,
sin cerrarnos tu rostro
ni racionarnos la palabra,
por nuestras fugas repetidas.
Con el perdón nos das el gozo.

No quieres que rumiemos
en un rincón de la casa
nuestro pasado roto,
como un animal herido,
sino que celebremos la fiesta
de todos los hermanos,
vestidos de gala y de perfume,
entrando en tu alegría.
Te pedimos en el padrenuestro:
«Perdónanos como perdonamos».
Hoy te pedimos más todavía:
Enséñanos a perdonar a los demás
y a nosotros mismos
como tú nos perdonas a nosotros.

Benjamín González Buelta, sj

En rezandovoy.org