II DOMINGO DE CUARESMA
Éste es mi Hijo amado

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9,2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:- Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.Estaban asustados, y no sabía lo que decía.Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:- Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:- No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

SALMOA 115, 10 eta 15. 16-17. 18-19
R/. Salbamen-kopea dot jasoko eta Jaunaren izenari dei egingo.
Sendo nengoen fedean,
«Ni bai zoritxarreko» esatean ere.
Mingarri jako Jaunari
bere fededunen heriotzea. R/.
Bai, zure zerbitzari naz, Jauna,
zure zerbitzari ezereza:
Gorespen-oparia deutsut eskeiniko,
eta Jaunaren izenari dei egingo. R/.
Beteko deutsadaz Jaunari promesak,
herri guztiaren aurrean,
Jaunaren etxeko atarian,
Jerusalem, zure erdian. R/.

REFLEXIÓN
Este Domingo II de Cuaresma el evangelio nos presenta el episodio que conocemos con el nombre de “la transfiguración” de Jesús.
Hemos de tener en cuenta que unos días antes Jesús había compartido con los discípulos su decisión de ir a Jerusalén, y les había comunicado la posibilidad de ser prendido y condenado a muerte (Mc 8,31-33). También les había presentado las condiciones para ser sus discípulos (Mc 8, 34-38). Estos dos anuncios habían generado incertidumbre y dudas entre ellos.
En esta situación, Jesús hace un pequeño “parón”, e invita a Pedro, Santiago y Juan a pasar un día con él en una montaña. Y allí, en el trato cercano y familiar con su amigo y maestro, Pedro, Santiago y Juan tienen la ocasión de descubrir que Jesús es mucho más que un hombre de carne y hueso.
La palabra “transfiguración” significa ver a través de la figura. Pedro, Santiago y Juan captan la naturaleza divina de Jesús, y se sienten invitados a «escucharle». Y Jesús orando; es decir, hablando con Dios Padre, se siente respaldado en su decisión de subir a Jerusalén. Por tanto, la experiencia es reconfortante para los cuatro: arroja fortaleza y esperanza sobre la situación de oscuridad que están viviendo.
¿Hay algún hecho o situación personal, familiar o social que me esté generando inquietud, tristeza o desánimo? ¿A qué me agarró? ¿A quién acudo en busca de ayuda?
¿Creo que Jesús -por medio de su Palabra- puede poner paz, luz y fortaleza en medio de esa preocupación? Haz la prueba: Mira a Jesús y escucha su Palabra. En Él puedes encontrar la luz y la fuerza que necesitas para poder atravesar esa oscuridad que ahora te envuelve.
Pero el evangelio nos muestra, también, un peligro. Dice que Pedro tomó la palabra, y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas”. Pedro se siente tan bien, tan a resguardo de las inclemencias que presenta la realidad que tiene la tentación de querer que todo se detenga en ese instante, en esa situación, en ese monte… o –por lo menos- me mantenga al margen de las dificultades que la vida presenta. Sin embargo, cuando está bajando del monte, Jesús les dice: “No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos´”. Por tanto, Jesús nos devuelve a la realidad, y nos dice: “Sí, ha sido una experiencia muy bonita; pero lo que has vivido conmigo debe de servirte para afrontar las dificultades presentes y futuras desde la confianza en Dios, y con ánimo y entrega”.
En definitiva, la oración –cuando es auténtica- no impulsa a afrontar la realidad manteniendo la confianza en Dios, y perseverando en el amor.
Por Mikel Martínez
Eta argiz beteta sentitu
Ebanjelioan, Itxuraldaketaren kontaketa entzun dogu. Pedro, Santiago eta Joan oraindik ez ziran Maisuaren handitasuna sentitzeko gauza. Baina une baten, argiz beteta ikusten dabe, Berbizkundearen aurrerapen dan irudian. Baina euren txikitasunean jarraitzen dabe, “zein ondo gagozan hemen” esan eta ez dabe harago ikusten. Iritsiko da betirako Pazko-esperientzia eta eurak be Berbiztutako Biziaren lekuko bihurtuko ditu.
Arreta gehiago jarteko giltza, Jainkoaren ahotsean datza… Estalita bada be (hodeian), entzun egiten dabe ahots hori: “Hau neure Semea da, entzun bere Hitza”. Harrezkero, hauxe da kristau bizitzaren sena: Jesusen Hitza entzun eta onartu, nahiz eta honek, gehienetan, gure eskema eta segurtasunak apurtu. Menditik jatsita eta eguneroko bizitzan.
En bizkeliza.org

OTOITZA
Adoración
El cuerpo ante ti es un cirio quieto
en la noche de la historia, de las ideas, de los proyectos,
consumiendo las horas como cera.
El pensamiento está inmóvil como la llama afilada,
sin la más leve brisa que altere su perfil luminoso y quieto.
El corazón, cristal naranja encendido
con la lumbre remansada
de tantos encuentros infinitos.
Las pupilas, redondas como la boca de una tinaja vacía,
se dilatan en lo oscuro atisbando tu presencia.
Sólo se oye el crepitar del fuego, y el aliento de la vida
que llega desde ti frotando levemente el aire en que camina.
Y al verte y acogerte, se aviva la llama, iluminando la noche,
transparentando la cera,
transfigurando en luz las ausencias y tinieblas.
Y toda la persona se va haciendo luz recibida
brillando gratuita en tu templo, mundo oscuro de injusticias,
de fugaces estrellas que deslumbran un segundo,
de neón inquieto, impuesto con astucia.
En la adoración de cirio alerta,
para iluminar tú nos haces luz desde dentro,
sin necesidad de llevar en las manos
una brasa prestada y pequeña.
Benjamín G. Buelta, s