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Domingo, 3 de diciembre de 2023

  • Categoría de la entrada:Unidad Pastoral

Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa

Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,33-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡velad!

Salmoa 79, 2a eta 3acd. 15-16. 18-19

R/. Jainko, berbiztu gagizuz; salbatu gaitezan, zure begia leun agertu egizu.

Israelgo Artzain, entzun eiguzu,
Kerubin gainean jesarri ohi zara-eta,
Zeure indarrari eragiozu,
zatoz eta salbatu gagizuz. R/.

Bihurtu zakiguz, gudari taldeen Jainko,
begiratu zerutik, ikusi, mahatsondo honi agertu zakioz:
Zeure eskuaz landatu dozun aldaxka honi,
Zeuk indartu dozun landareari. R/.

Emoiozu eskua aukeratu dozun gizonari,
Zeuk indartu dozun gizasemeari.
Ez gara Zugandik urrunduko,
Emoiguzu bizia eta zure izenari deutsagu deituko. R/.

Reflexión

Comenzamos un nuevo Año litúrgico. Y lo hacemos con un tiempo que llamamos “Adviento”, término que viene de la palabra latina “adventus”, y de la cual derivan las palabras castellanas advenimiento, venida. El Adviento durará desde hoy hasta el domingo 24 de Diciembre, y durante este tiempo la Iglesia nos invita a prepararnos interiormente a lo largo de estas cuatro semanas para acoger la venida del Señor.

En la primera lectura, el profeta Isaías, invitaba al pueblo a invocar a Dios en medio de la situación nada fácil que vive. Tras 50 años de destierro el pueblo ha podido volver a su tierra y a sus casas. Pero pasado el entusiasmo inicial por la libertad recuperada, la enorme tarea de reconstrucción que han emprendido, y para la que carecen de recursos humanos y económicos provoca desánimo y tensiones. Podemos imaginarnos lo que pasará en Gaza y muchas de las ciudades de Ucrania al día siguiente de que termine la guerra. La paz y el reencuentro con los familiares y amigos serán motivo de gran alegría. Pero reconstruir las casas, recuperar los trabajos y la economía, perdonar al enemigo, curarse de la angustia y otras heridas que genera cualquier guerra, recuperar la normalidad y la convivencia serán tareas que también provocarán desánimo y tensiones. Incluso entre nosotros, que vivimos mil veces mejor, la persistencia de la guerra en Ucrania, el encarecimiento del coste de la vida, el recrudecimiento del conflicto israelí-palestino, la llegada de miles de migrantes a Canarias a lo largo de este año, la crispación política son factores que de una manera u otra nos causan preocupación y desánimo. Por tanto, la llamada que hace Isaías en la primera lectura a confiar en Dios para no dejarnos llevar por el desánimo y las tensiones tiene plena vigencia.

El evangelio recoge un pasaje de un discurso de Jesús sobre los tiempos últimos. En el mismo, Jesús contrapone dos actitudes: “estar dormidos” y “estar despiertos”.

“Estar dormidos” es sinónimo de vivir con los ojos de la cara pegados a las cosas, y con los ojos del corazón cerrados. Las personas que viven así no parecen encontrar momento para hacerse esas preguntas gordas que laten en nuestro interior: ¿Para que vivo?, ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Cómo puedo ser más humano? El mundo de la tecnología les llevar a vivir cómodamente instaladas en el presente, entretenidas con el móvil, el ordenador o los videojuegos, y a vivir preocupadas por ¿cómo funciona eso?

¿qué voy hacer este próximo puente? O ¿cómo puedo ganar más dinero? Hay muchas personas que viven así.

“Estar despiertos”, en cambio, es sinónimo de vivir abiertos a Dios. Jesús nos invita a levantar los ojos de las cosas, a mirar nuestra realidad y social con los ojos del corazón, y a preguntarnos: En esta situación, ¿cómo actuaría Jesús? ¿Qué me pide que haga? ¿Qué puedo hacer?.

Ya hace unos años el Papa Francisco declaraba: “En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, y comunión… El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que solo el encuentro con Cristo puede darle. Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza que se nos da por la fe”.

Señor: Ayúdanos a levantar la mirada de las cosas, y abre nuestro corazón. Que tu luz ilumine nuestras vidas, y nos convierta en testigos de tu amor y tu esperanza.

Por Mikel Martínez.

Abendualdian gagoz

Jainkoak aurrea hartu eta egin egiten dau; ondoren, erantzutea dagokigu. Gaurko Hitza guztiz esanguratsua da eta Jainkoak zer egiten dauan erakusten deusku (Jainkoa ez dalako ideia, agerpena baino eta beraren esperientzia dogu, beragaz hartu-emona dogu). Jainkoa beretarren Aita Salbatzailea da (alkarte eta senidetasuna); maitasunez bihurtzen da guregana, behartasunean guregan jareten ditu bere begiak; zerutsik jatsi egiten da (gizakundea); bila atara eta on egiten dauana aurkitu egiten dau; bere eskuen egintza egiten gaitu. Gu bila ari gaitekez, baina Jainkoak bere ekimenez egiten dau guzti hori gure alde, eta baldintza barik, nahiz eta gu berarengandik aldendu. Gorde, babestu gaizala, bizia emon deigula esan deikeogu, bere izena erregutu daigun.

Esker oneko izan

Aitarren Izena erregutzea, Jainkoak beti onena emoten deuskula konturatzea da. Bere grazia emon deusku, hau da, Jesus, eta batasunera deitzen gaitu. Aberastu egiten gaitu hitzez eta egitez. Ez jaku doe bakar bat be falta. Irmo iraunarazoten deusku bizizan. Konturatu, esna egon…

Abendualdi ona izan daigula! Ondo prestatu daigula geure burua gure artean jaioten dan Jesusi abegi egiteko.

En bizkeliza.org.

Otoitza

La huella

¿Cuál será la huella
que me lleve hasta tu encuentro?
No quiero vivir errante y vacío
quedándome sólo en tus huellas.

¿Se llamará salud, o enfermedad?
¿Se presentará con el rostro del éxito
o con el cansancio golpeado del fracaso?
¿Será seca como el desierto
o rebosante de vida como el oasis?
¿Brillará con la transparencia del místico
o se apagará en el despojo del oprimido?

¿Caerá sobre mí como golpe de látigo
o se acercará como caricia de ternura?
¿Brotará en comunión con un pueblo festivo
o en mi indecible soledad original?
¿Será la historia brillante de los libros
o el revés oprimido de la trama?

No importa cuál sea el camino
que me conduzca hasta tu encuentro.
No quiero apoderarme de tus huellas
cuando son reflejo fascinante de tu gloria,
ni quiero evadirlas fugitivo
cuando son golpe y angustia.

No importa lo que tarde en abrirse
el misterio que te esconde,
y toda huella tuya me anuncia.
Todo mi viaje llega al silencio y a la espera
de mi «no saber» más hondo.
Pero «yo sé» que ya estoy en ti
cuando aguardo ante tu puerta.

Benjamín G. Buelta, sj

En rezandovoy.org