TIEMPO ORDINARIO, II
En Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos

Lectura del santo evangelio según san Juan 2,1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
No les queda vino.
Jesús le contestó:
Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los sirvientes:
Haced lo que él diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:

SALMOA 95,1-3. 7-8. 9-10ac
R/. Zabaldu Jaunaren mirariak herri guztietan.
Kanta Jaunari kantu barria,
kanta Jaunari, lur osoa,
kanta Jaunari, bedeinkatu haren izena!
Iragarri egunez egun salbatzaile dala,
zabaldu haren ospea nazinoetan,
haren mirariak herri guztietan. R/.
Emon Jaunari, munduko herriok,
emon Jaunari ospea eta indarra,
emon Jaunari bere izen ospetsua!
Sartu haren tenpluan eskeintzak eroanez. R/.
gurtu Jauna, Bera santutasunez agertzean.
Ikaratu zaitez, lur osoa, haren aurrean.
Esaizue nazinoetan: «Errege da Jauna.
Herriak zuzenbidez epaitzen ditu». R/...

REFLEXIÓN
Para profundizar en este pasaje evangélico es bueno tener en cuenta dos cosas:
- El contexto en que se escribe: Finales del siglo I. San Juan, que es muy mayor, está escribiendo su evangelio, y desea presentar a Jesús de forma que resulte atrayente para cualquier lector que se acerque a su obra cuando la acabe.
- No debemos interpretar de forma literal ninguno de los evangelios. Menos aún el de san Juan; pues tiene un fuerte contenido teológico y espiritual.
Centrándonos en el pasaje de hoy. San Juan nos presenta la primera señal de Jesús. Casi al final del evangelio, el mismo san Juan nos dice: “Jesús realizó en presencia de los discípulos muchas señales. Estas las hemos escrito (se refiere a él y a la comunidad cristiana con la que escribe) para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Cf. 20, 31). Por tanto, la finalidad de este relato es: despertar el interés por Jesús en quienes no le conocen, que le confiesen como Hijo de Dios quienes ya le conocen, y que genere alegría, gratuidad, y esperanza en quienes creen en Él
Entrando en harina. Te invito a fijarte en cuatro aspectos interesantes de este episodio de las bodas de Caná.
Comienzo por uno que quizás os parezca muy banal; pero que es muy actual. María se da cuenta de que se están quedando sin vino, y acude a Jesús. No se queda en el lamento, diciendo: “¡Qué pena!”. Tampoco se junta con los invitados que chismorrean: “¡Qué horror!, ¡Vaya vergüenza!”. No, María va donde Jesús.
Hoy cuando surge un problema o un escándalo, que actitud tomamos: ¿Nos quedamos en el lamento, pasamos a la crítica, o procuramos ver cómo podemos resolver el problema? ¿A quién acudimos? ¿Al amigo para desahogarnos? ¿Al vecino para criticar? ¿A la prensa para que todos se enteren? ¿O acudimos a quién puede ayudar a resolver el problema?
Un segundo aspecto es el diálogo que mantiene María con Jesús. Siempre me ha llamado la atención. María le dice a Jesús: “No les queda vino”. Y Jesús le responde: “¿Qué tenemos que ver tu y yo con esto, mujer?”.
El diálogo parece sacado de la vida misma. También nosotros, en más de una ocasión, solicitados por un familiar o amigo para mediar en un conflicto, facilitar algo o conseguir un favor, le respondemos de una manera parecida: ¿qué tengo yo que ver con eso? Después, para nuestros adentros, seguimos dándole vueltas al asunto, y nos preguntamos: ¿Por qué me pedirán que intervenga? ¿Lo hago o no lo hago? ¿Cómo lo hago?
Un tercer aspecto interesante. A pesar de la respuesta que recibe de Jesús, María va donde los sirvientes, y les dice: “Haced lo que él os diga”. ¿Qué nos revela esto? María ama a Jesús, y ese amor le impulsa a confiar en Él. El amor y la fe se alimentan mutuamente. Cuanto más amamos a una persona más confiamos en ella. Nuestro amor hacia Jesús, alimenta nuestra fe en Jesús; y nuestra fe en Jesús alimenta nuestro amor hacia Jesús.
María, que había posibilitado la entrada biológica de Jesús en nuestro mundo, por medio de este gesto le da la alternativa espiritual. Para el evangelista, María es la persona que mejor puede presentar a Jesús como Hijo de Dios. Además, la visión que nos ofrece el evangelista de la mujer como mediadora de bien y de vida se opone frontalmente a la visión negativa de la mujer que nos presenta el libro del Génesis, donde la mujer aparecía como inductora y causa de pecado. Creo que deberíamos de fijarnos más en esta aportación del Nuevo Testamento, y es la genuinamente cristiana.
Un cuarto y último aspecto. El agua y el vino además de elementos físicos, son símbolos. El agua al carecer de color y de sabor, evoca una vida insípida, llena de rutinas, y carente de motivos para la alegría. El vino, en cambio, al poseer color y sabor, evoca una vida con novedades, y motivos para la celebración. Los sirvientes con las tinajas llenas de agua somos cada uno de nosotros. A lo largo de la semana nuestra vida ha perdido color y sabor. Una agenda llena de quehaceres y tareas, con un ritmo de vida acelerado y envuelto en llamadas, mensajes y ruidos genera un cansancio mental que en muchas personas lleva a considerar su vida como un tanto rutinaria y triste.
Acudimos a la eucaristía con el deseo de que Jesús ponga paz en nuestros desasosiegos, alegría en nuestras tristezas, compañía en nuestra soledad, fortaleza en nuestra debilidad, y luz en nuestras incertidumbres. Con Jesús a nuestro lado, la vida, siempre gana. Gana en significado, en alegría, en gratuidad y en esperanza.
Por Mikel Martínez

OTOITZA
No tenemos vino
No tenemos vino, Jesús.
No tenemos vino.
Para las bodas de hermandad
donde festejamos el amor que Tú nos brindas,
no tenemos vino.
Para la alianza del Norte con el Sur,
del mundo rico con el mundo pobre,
no tenemos vino.
Para el abrazo solidario con los inmigrantes
que reclaman los derechos más elementales,
no tenemos vino.
Para las manifestaciones de protesta
pidiendo vivienda o paz para distintos lugares del mundo,
no tenemos vino.
Para la fiesta del compromiso humano
donde celebramos juntos triunfos y fracasos,
no tenemos vino.
Para el encuentro del perdón
que sana, renueva y rehabilita,
no tenemos vino.
Para la apertura del amor familiar,
limpio, hondo y agradecido,
no tenemos vino.
Y por eso andamos tristes y apocados
sin gracia y con la ilusión apagada.
No tenemos vino, Jesús.
No tenemos vino.
Manuel Regal
NOTICIAS – BERRIAK

El próximo domingo, 26 de enero, hay misa de familias en Sopela.


Hoy, 19 de enero se celebra la Jornada de la Infancia Misionera, con el lema «Comparto lo que tengo«

