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Domingo, 21 de julio de 2024

  • Categoría de la entrada:Igandetik igandero

Andaban como ovejas sin pastor

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,30-34

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:

– Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

SALMOA 22, 1-3. 4. 5. 6

R/.Jauna dot artzain, ez naz ezeren beharrean.

Jauna dot artzain, ez naz ezeren beharrizanean;
larre gurietan etzunazoten nau,
ur-bazter nasaira eroaten
eta indarrak barritzen;
bide segurutik naroa,
bere izenari ohore eginez. R/.

Ibar baltz-ilunean banabil ere,
ez naz gaitzaren bildur,
Zu nigaz zagoz-eta:
zure artzain-makileak nasaitzen nau.
R/.

Mahaia atontzen deustazu
arerioen begi-bistan;
orioz igurtziten deustazu burua,
gainezka dot kopea. R/.

Zoriona eta maitasuna ditut lagun,
bizitzako egun guztietan,
eta Jaunaren etxean biziko naz
amaibako egunetan. R/.

REFLEXIÓN

Dice el evangelio que Jesús invitó a sus discípulos a un lugar tranquilo para apartarlos de cuantos iban y venía, y poder descansar. Hoy, las personas también estamos necesitadas de aparcar los ruidos, el ajetreo, las prisas,… y encontrar espacios que nos permitan recuperar la paz interior y reflexionar sobre el poso que va dejando en nuestro corazón todo lo que vamos haciendo, soñando y sintiendo.

Ciertamente, y más allá de las vacaciones, las personas necesitamos crear espacios (quizás breves; pero frecuentes) que nos permitan encontrarnos con nosotros mismos y redescubrir las raíces que dan sentido a nuestra vida. En este sentido, la eucaristía nos permite:

  • Romper con la rutina y lo banal de la vida actual.
  • Centrar nuestra vida. Hoy, somos bombardeados a diario con miles propuestas y mensajes. La eucaristía nos “redirige”, y pone ante Jesús como norte de nuestra existencia.
  • Fortalecer nuestra amistad con Jesús, confiarle nuestras alegrías y preocupaciones, y encontrar el consuelo, la luz o la fortaleza que necesitamos para afrontar el momento que estamos viviendo.

Concluye el evangelio señalando que Jesús mirando a la gente que le seguía se compadeció de ella porque estaban como ovejas sin pastor.

Hoy, son muchas las personas que esperan que alguien les mire con una mirada compasiva. Son personas que portan en su corazón heridas causadas por falta de amor, por un desprecio, por un malentendido familiar… Y aunque ha pasado tiempo de eso, sus heridas siguen ahí, no han cicatrizado. Hay, también, personas jóvenes y mayores que se sienten solas y desorientadas. Bastantes tienen de todo… hasta mascotas. Pero carecen de una persona que les escuche y les oriente.  Hay, también, personas que se sienten decepcionadas a causa de los escándalos en la Iglesia, o en los políticos. Hay, por tanto, muchas las personas, de todas las edades, que hoy se sienten “como ovejas sin pastor”.

En un encuentro que mantuvo el Papa Francisco con representantes de la Liga Italiana para la Lucha contra el Cáncer, el pasado mes de marzo, decía: “Vivimos en una sociedad amenazada por la cultura de la indiferencia. La indiferencia es la gran enfermedad de hoy”.

Y se preguntaba: “¿Qué podemos hacer frente a esta cultura de la indiferencia?”. Y proponía varias cosas. Entre ellas, hay dos que me parecen básicas, esenciales: 1) “Necesitamos educar nuestros ojos. Pues ante las realidades humanas de vulnerabilidad,  fragilidad o sufrimiento que aparecen ante nosotros tendemos a mirar para otro lado e ignorar esa realidad, como si no existieran”. 2) “Necesitamos estar cerca de las personas, y educar nuestros oídos para escucharlas, y conocer sus vicisitudes y problemas”.

Que la eucaristía refuerce nuestros lazos personales y comunitarios con Jesús. Que Él ponga paz en nuestros corazones. Que Él venza nuestra indiferencia, y nos enseñe a mirar con sus ojos y a sentir con su corazón.

Por Mikel Martínez

OTOITZA

Las cosas elementales

Gracias, Señor,
por las cosas elementales:
el rayo del sol
que no pregunta;
la sombra de caoba con los brazos extendidos;
la tarde que murió ayer detrás de la montaña
sin oficio de difuntos;
el agua que trabaja su pureza en lo hondo de la sierra;
el aire que limpia mis pulmones mientras duermo;
la tierra viva
generando en las raíces
los frutos y colores…

La mirada transparente como una puerta de cristal;
la mano que disuelve el hastío al estrecharse;
el cántico común
que abre la existencia al nosotros infinito…

La herencia de los siglos,
en el suero que me salva gota a gota,
en el hilo de cobre que trae luz a mi noche,
en el ojo insomne del radar en el espacio,
en la página del libro que sana mi ignorancia
y en los circuitos electrónicos
que me unen al instante
con todo el universo
.


Benjamín González Buelta, SJ

En rezandovoy.org