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Domingo 18 de febrero de 2024

  • Categoría de la entrada:Igandetik igandero

Era tentado por Satanás y los ángeles le servían

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,12-15

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
– Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertios y creed la Buena Noticia.

SALMOA  24, 4-5. 6 eta 7cd. 8-9

R/. Zure bidezidor guztiak grazia eta leialtasuna, Jauna, zure ituna gordeten dabenentzat.

Azaldu niri, Jauna, zeure bideak,
irakatsi zeure bideziorrak.
Ibiliazo nagizu zeure leialtasunean, eta irakatsi,
Zu zara-eta nire Jainko salbatzailea,
Zugan itxaroten dot eten barik. R/.

Izan gogoan, Jauna, zeure errukia eta maitasuna:
betikoak dira-eta.
Gogoratu nitaz zeure maitasunean,
zeure ontasunari jagokonez, Jauna. R/.

Ona eta zuzena da Jauna:
bidea erakusten deutse pekatariei.
Apalak zuzenbidez daroaz,
bere bidea erakusten deutse apalei. R/.

REFLEXIÓN:

El tema central de este Domingo I de Cuaresma son las tentaciones. A primera vista, hablar hoy de tentaciones nos puede parecer algo “viejuno” y trasnochado. Sin embargo, un día sí y otro también, los medios de comunicación, nos ofrecen noticias sobre personas concretas que han caído en tal o cual tentación.

No podemos tomar en serio a la persona sin tener en cuenta su libertad. Una libertad que se nos presenta siempre situada y amenazada por la posibilidad de hacer un mal uso de ella. En este campo se sitúan las tentaciones. Por tanto, Jesús es conducido por el Espíritu al desierto para ser probado en su libertad. 

El “desierto”, en la tradición bíblica, es mucho más que un lugar físico. Es todo espacio que favorece el encuentro del ser humano con Dios; y que pone a prueba tanto la confianza de la persona en Dios como sus convicciones.

El pasaje evangélico nos permite apreciar como Jesús es tentado justo cuando ha decidido iniciar su ministerio público. Esto, también, nos sucede a nosotros. Justo cuando hemos tomado una decisión, nos sobreviene la tentación de posponer la decisión, de modificar la intención, o de pervertir su contenido. ¿Puedes recordar alguna ocasión en que tomada una decisión, tuviste la tentación de aplazarla, de cambiar la intención o su contenido?

¿Crees que nuestra manera de ver a Jesús y nuestra fe serían iguales si los evangelios aparecieran las tentaciones? Por otra parte, cuando los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar, él les enseña la oración del Padre Nuestro. Una oración en la que, cada vez que rezamos, pedimos a Dios que “no nos dejes caer en la tentación”. ¿Te has dado cuenta de esto? ¿Qué te sugiere?

Ante las tentaciones, Jesús opta por apoyarse en Dios Padre y orar. Yo ante las tentaciones ¿qué actitudes y herramientas utilizó? ¿Tengo presente a Dios en mi vida? ¿Le hago partícipe de mis problemas? ¿Le consulto mis decisiones?

Por Mikel Martínez

Tentatuta, bihotz-barrituta eta bidean

Garizuma-aldiko lehenengo domekako ebanjelioak Jesusen tentazinoak kontatzen deuskuz. Aurton labur-labur, Jesusek basamortuan igaro ebazan berrogei egunak eta Satanasen tentazinoak kontatzen deuskuz. Gero, Erreinua iragarteko eginkizunari hasiera emonez aurkeztuko jaku Jesus. Geure kristau bokazino eta egitekotik, hau da, Kristo danontzako Barri On lez hitzez eta egitez iragarten daben seme-alaba eta anai-arreba izan, aldentzeko tentazinoa bizi dogu. Jainkoa ahazteko tentazinoaren aurrean, Berarengan eta bere errukian sinistea aukeratzen dogu.

Nor bere baitan biltzearen erosotasun eta norberekoikeriaren aurrean, bideari lotzen gatxakoz bestearen bila joateko, bestea zerbitzatzeko eta besteari Barri Onaren poza agertzeko: Kristok salbatu egiten zaitu.

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OTOITZA:

Conversión

Sigue curvado sobre mí, Señor,
remodelándome,
aunque yo me resista.
¡Qué atrevido pensar que tengo yo mi llave!
¡Si no sé de mí mismo!
Si nadie, como Tú, puede decirme
lo que llevo en mi dentro.
Ni nadie hacer que vuelva
de mis caminos
que no son como los tuyos.
Sigue curvado sobre mí
tallándome
aunque, a veces, de dolor te grite.
Soy pura debilidad, –Tú bien lo sabes–,
tanta, que, a ratos,
hasta me duelen tus caricias.
Lábrame los ojos y las manos,
la mente y la memoria,
y el corazón, –que es mi sagrado–,
al que no Te dejo entrar cuando me llamas.
Entra, Señor, sin llamar, sin mi permiso.
Tú tienes otra llave, además de la mía,
que en mi día primero Tu me diste,
y que empleo, pueril, para cerrarme.
Que sienta sobre mí tu «conversión»
y se encienda la mía
del fuego de la Tuya, que arde siempre,
allá en mi dentro.
Y empiece a ser hermano,
a ser humano,
a ser persona.

Ignacio Iglesias, sj

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